18 de septiembre de 2012

UNA VEZ INTERACTUE CON CARRILLO






Por la tele,  Jarcha, con su ”libertad sin ira”, se repetía como el ajo  y  en las calles ,empapeladas de cárteles,  los partidos políticos  vomitaban  pestes de Franco y prometían un mundo feliz. 
 
En aquel mes de junio, una tarde, azul, de esas que te  invitaban  más  a una pira para ir  ligar a la puerta de  la escuela de las hermanas Jauregui  en  Ategorrieta , que hacer un examen  de lingüística, me encontraba sentado en un pupitre, frente a un hermano corazonista de sotana vieja  con faldones  salpicados de tiza, maño, pequeño y cabezón, por no decir otra cosa.

Una mujer rubia, de pelo rizado, ya entrada en la cuarentena y en carnes, abrió la puerta. Arrastrando las zapatillas, comenzó a barrer  el aula  y lo que empezó siendo una conversación sobre el  viento sur  terminó en una discusión política

-Qué cosas dice usted-dijo el fraile. ¿Qué nos va dar ese Carrillo?
- Que nos va hacer a  todos  libres e  iguales. ¿ sabes quién es Carrillo, chaval?
- Sí , el de  la peluca.

Seguí escribiendo, pero sabía de sobra quién era  Santiago Carrillo porque tenía un transistor, que me regalaron por reyes, con el que, además de los partidos de la Real y al Butanito , a las noches, en mi casa, se escuchaba  la Pirinaica, pero no era cosa de decirlo.
  
Con el paso de los años,  desaparecido Carrillo  de la escena política, de vez en cuando lo seguía  a través de sus artículos de opinión y las tertulias radiofónicas. Sus opiniones, a pesar de su edad, siempre me parecieron  lúcidas y actuales. 

Un viernes,  llegué a casa de madrugada y conecté Facebook. En sugerencias de amigos, no sé ni cómo ni porqué, me salió “Santiago Carrillo”. Dudé unos segundos y le hice una solicitud de amistad, acompañada de un mensaje de saludo y, ante mi sorpresa,  me encontré  una aceptación, el punto verde encendido  y un mensaje , que me decía  “Un fuerte abrazo. Salud” Santiago Carillo Solares.

Muchos viernes, de madrugada, solía ver el punto verde. Sé que determinadas cuentas las llevaban otra gente, pero prefería imaginarme  a  Santiago Carrillo bajo un flexo, con un pitillo en la mano, rodeado de libros,  tecleando el  PC  junto a  un cenicero lleno de colillas.
 
En su muro,  la gente colgaba  comentarios, pero, yo, sólo,  colgué uno. Fue  con ocasión de  la declaración de Ayete. Se trataba de un artículo mío sobre el fin deETA . A los pocos días recibí un privado, que guardo y guardaré  como oro en paño.

“Seguramente estaríamos de acuerdo en que tras la declaración de eta dando por terminada la violencia la cuestión esencial es restablecer la convivencia política en el país vasco, aprender a convivir y llegar a la reconciliación y eso pide entre otras cosas mucha generosidad”  .Santiago Carrillo Solares

Iñigo Oliberos

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