Una vez, algún gobierno soñó con que este país debía
estar en el G7. No veo mucha tele, pero recuerdo
haberlo oírlo. Eran épocas de hazañas bélicas en Perejil y de asistencia a grandes citas mundiales como la de las Azores…. Pues bien, no sólo no
estamos en el G7, sino que nos hallamos atrapados en un laberinto del que no sabemos cómo saldremos ni si lo lograremos.
Aquel aspirante al G7, a día de
hoy, cuenta con una brecha social cada día mayor, unos índices de pobreza y
corrupción que asustan y un 25% de su población parada. Una cifra, que, en
números redondos, se resume en un 50% de jóvenes, que se tienen que buscar la vida fuera
y, un 50% de gente de más cuarenta años excluida del mercado de
trabajoy endeudada hasta las cartolas, que, no sabe si tendrá más proyecto de vida, que la resignación, tirarse por la ventana o inmolarse
de impotencia.
Estamos en un laberintocon un minotauro suelto. Una bestia,
que ruge plantada en medio de un país, y
que se lleva por delante todo lo que encuentra. Un monstruo cebado y engordado durante años a
base de partidocracia, subvenciones, infraestructuras inútiles, hipertrofia institucional,
banqueros sin escrúpulos, corruptelas y una ausencia de democracia de la de
verdad ,de esa en la que si a un senador le pillan meando en una farola dimite al día siguiente.
Sí. Crisis económica, de valores
y de confianza en las instituciones. Algunos lo llaman cambio de ciclo. Una cabronada para los que nos ha tocado vivir esta época. Una situación donde
lo ejecutivo y judicial se confunde y que
ha traído consigo que el creer en el sistema político sea un acto de fe. Y en medio de todo esto
hay que comer, algo que para mucha gente es
una hazaña.
Y, así, día sí y día también, tenemos
un globo, dos globos, tres globos y un cuento, dos cuentos, tres cuentos, en
televisión. Bueno… en televisión, periódicos, radios, redes sociales y
pasquines callejeros tirados con vietnamita o tóner de impresora. Historias que hablan de sobres, tesoreros,
cuentas en suiza, paraísos fiscales, ausencias de responsabilidades, e falta de dimisiones, e emails de duques, reyes, y hasta de una concubina, y que dicen que todo está podrido.
¿Y ante esto qué? No lo sé. Pero no hace falta ser Keynes para
saber que una economía sin una base industrial
sólida y con un entorno tan viciado sustentada en pelotazos
y ladrillazos es un puñetero paramo que
llevará generaciones reconstruir.
Y lo que vislumbro no me gusta. Soluciones
individualesy no colectivas, un humano sálvese
quien pueda, populismos, que pueden
traernos a la política atractivos monstruos que nos sonreirán y vaya usted a saber qué más y el riesgo del estallido social.
Me gustaría ver a Bárcenas, si
tiene cojones, asomarse hacer la peineta en una tasca de barrio un domingo a
las cinco a la hora del partido
Iñigo Oliberos
Gracias por explicarlo tan bien y tan clarito. Sin laberintos.Plarin
ResponderEliminarIñigo, eres increíble, la verdad es que nos lo están poniendo muy difícil, pero nadie nos aseguro que esto seria un paseo de rosas, confió en los españoles de a pie, son esos que te terminan una obra diez minutos antes de inaugurarla, esos que cuando están en el filo de la navaja sacan las fuerzas de donde nadie sabe y consiguen devolver la ilusión a su pueblo y al mundo, todos somos necesarios y así lograremos hacer una buena poda para que nuestras sociedad se regenere y salga sabia nueva, el debate esta en la calle, nos vemos en ella.
ResponderEliminarLo peor no es que estemos en un laberinto con el Minotauro suelto; lo peor es que esperamos a que alguna Ariadna europea (o de donde sea) nos lance un hilo para encontrar la salida. Y creo que por ahí, no.
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