7 de enero de 2013

CABALGATA DE REYES. IN MEMORIAM



Una vez me preguntaron por mi recuerdo más antiguo y a mi mente  acudió una  tarde, en la que, yo, agarraba una mano de mujer, la mano de una tía mía, que,  como nuestros padres trabajaban,  nos había educado a todos en casa siendo yo el más pequeño con diferencia. Era una mano  larga y  huesuda con un anillo y una piedra verde engarzada, una mano blanca, que sobresalía de la manga de un  abrigo azul oscuro y en cuya solapa brillaba un lazo con diminutos brillantes negros, mientras que de la otra, asido, colgaba un bolso acartonado de cuero. 

Hacía frío. Estaba oscuro y, yo, a pesar de levantar  unos palmos  tiraba con fuerza de aquella mano. Recuerdo luces amarillas, caballos blancos, música, chillidos de  otros niños y mucha gente, rostros que son , hoy, para mí una mancha oscura, personajes mágicos de barbas con coronas de purpurina  y caramelos, una lluvia de caramelos.

Todos los cinco de enero, cuando, todavía, sin convicción porque no corren tiempos felices, nos deseamos la felicidad, como si fuera Harry Haller en el teatro mágico, me gusta abrir esa puerta de mi memoria y regresar aquellas noches mágicas y a los amaneceres en las que, descalzo, correteaba por el pasillo  hasta la sala y desde allí  despertaba a todos gritando – Levantaros todos, que ya han venido- y, atónito, contemplaba desde la puerta como sobre los zapatos de toda la familia había  paquetes y cajas envueltos en papeles de todos los colores.
Ya nada será igual. Cada cinco de enero, también,  veré unos paquetes envueltos con cariño y con amor, que nadie habrá querido  tocar  destinados  a un niño que murió atropellado por una cabalgata que era de la ilusión y se convirtió en desesperación y mientras ,de nuevo, escuche  la música de las trompetas anunciar la llegada de sus majestades de oriente,  a kilómetros de distancia,  sé que en algún lugar  de Málaga,  por las mejillas de unos padres correrá un surco de lágrimas.  En tu memoria querido amiguito. 
 
                                                                                    Iñigo Oliberos

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