6 de septiembre de 2010

DE LENIN A MAO


Me tuve que chutar, me habían dado las siete de la mañana sin pegar ojo y a eso de la una de la tarde, cuando me encontraba en el mejor de mis sueños, sonó el movil.
-Hola. ¡Qué voz tienes!
-Es que estoy con un jet lag de caballo.
-Pues ya lo lamento , pero tengo que comentarte algo.

Así, de esta manera, Amparo, mi abogada, me hacía aterrizar en la realidad.

Todo empezó en el otoño. Nuestro primer objetivo era ir a Mongolia, pero Javier y yo nos liamos la manta a la cabeza y salió otra cosa. Algo así como si alguien te pregunta la hora y le cuentas la historia del reloj. De esta manera nuestro viaje se transformó en una ruta: San Petersburgo-Pekin, que la recorreríamos en tren, el transmongoliano, y algún trayecto en bus.

Palacios, ciudades grises de hormigón comunista , la taiga, lagos , islotes, arenales desérticos o la ciudad prohibida de Pekin han quedado a nuestras espaldas, pero, hoy, con Google, podemos pasear por cualquiera de estos lugares en zapatillas desde de casa. Lo que el buscador jamás no nos transmitirá será sentir bajo las estrellas el aire fresco de las noches del desierto o conocer personas que se cruzarán en tu camino y con las que compartirás, sólo, quizás, segundos de tu vida y no volverás a ver, pero no olvidarás porque, a pesar de barreras idiomáticas, existe otro idioma ,mucho más universal , como el de los sentimientos.

Ha sido una ruta contradictoria. Del capitalismo salvaje ruso al gigantismo de una China, que aspira a convertirse en la primera potencia económica del mundo y ,entre ambos lugares, un desierto, el Gobi, donde los nómadas arrean el ganado a caballo, se trasladan de un lugar a otro según la época del año y se ayudan los unos a los otros en la medida que pueden.

He descubierto que el mundo se encuentra mucho más globalizado de lo que pensaba, que una casa en Ullan Battor no se diferencia de otra en Trintxerpe y que, en Pekin, encontrar una muñeca con rasgos chinos puede resultar complicado porque prefieren al pato Donald o a la Barbie.
Si a Lenin o Mao, les dijeran que, hoy, a escasos metros de sus tumbas brillan los neones y los letreros de Armani o Hugo Boss quizás, como nos dijo una ciudadana rusa en el tren, se preguntarían ¿ tanta revolución para esto?

En los próximos años no se si existirá una dialéctica izquierda –derecha al uso, pero de lo que estoy seguro es que resultará necesario revindicar el derecho a la diferencia para no morir engullidos por este tsunami globalizador y reclamar dignidad frente a un capitalismo brutal y despiadado , que amenaza con pisotear al ser humano.

Iñigo Oliberos