18 de febrero de 2013

EL MINOTAURO DEL LABERINTO



Una vez, algún gobierno  soñó  con que este  país  debía  estar en el G7. No veo mucha tele, pero recuerdo haberlo oírlo. Eran épocas de hazañas bélicas en Perejil y de asistencia  a grandes citas mundiales  como la de las Azores…. Pues bien, no sólo no estamos en el G7, sino que nos hallamos atrapados en un laberinto del que no sabemos  cómo  saldremos ni  si lo lograremos.

Aquel aspirante al G7, a día de hoy, cuenta con una brecha social cada día mayor, unos índices de pobreza y corrupción que asustan  y un  25% de su población parada. Una cifra, que, en números redondos, se resume en un 50% de  jóvenes, que se tienen que buscar la vida fuera y, un 50% de  gente de  más cuarenta años excluida del mercado de trabajoy endeudada hasta las cartolas, que, no sabe si tendrá  más  proyecto de vida, que  la resignación, tirarse por la ventana o inmolarse de impotencia.
Estamos en un laberintocon un minotauro suelto. Una bestia, que ruge plantada en medio de un  país, y que se lleva por delante todo lo que encuentra. Un monstruo cebado y engordado durante años a base de partidocracia, subvenciones, infraestructuras inútiles, hipertrofia institucional, banqueros sin escrúpulos, corruptelas y una ausencia de democracia de la de verdad ,de esa en la que si a un senador le pillan  meando en una farola dimite al día siguiente.
Sí. Crisis económica, de valores y de confianza en las instituciones. Algunos lo llaman cambio de ciclo. Una cabronada para los que nos ha tocado vivir esta época. Una situación donde  lo ejecutivo y judicial se confunde y que ha traído consigo  que el  creer en el sistema político sea un acto de fe. Y en medio de todo esto hay que comer, algo que para mucha gente  es una hazaña.
Y, así, día sí y día también, tenemos un globo, dos globos, tres globos y un cuento, dos cuentos, tres cuentos, en televisión. Bueno… en televisión, periódicos, radios, redes sociales y pasquines callejeros tirados con vietnamita o tóner de impresora. Historias que hablan de sobres, tesoreros, cuentas en suiza, paraísos fiscales,  ausencias de responsabilidades, e falta de dimisiones, e emails de duques, reyes, y hasta de una concubina,  y que   dicen que  todo está podrido.
¿Y ante esto qué?  No lo sé. Pero no hace falta ser Keynes para saber que  una economía sin una base industrial sólida y con un entorno tan viciado sustentada en  pelotazos y  ladrillazos es un puñetero paramo que llevará generaciones reconstruir.
Y lo que vislumbro no me gusta. Soluciones individualesy no colectivas, un   humano sálvese quien pueda,  populismos, que pueden traernos a la política atractivos monstruos que nos sonreirán  y vaya usted a saber qué más y  el riesgo del estallido social.
Me gustaría ver a Bárcenas, si tiene cojones, asomarse hacer la peineta en una tasca de barrio un domingo a las cinco a la hora del partido
Iñigo Oliberos