27 de abril de 2011

QUIERO MORIR POR ALGO


Un grito rompió el protocolo mientras la mecha del desconcierto recorría el graderío y todas las miradas se concentraban en un cuerpo que desde lo más alto caía ardiendo como un muñeco de paja.

El frontón enmudeció, el locutor de TVE, que retransmitía la inauguración del mundial de pelota enmudeció y España enmudeció. Fueron unos segundos, pero parecieron una eternidad.

El Generalísimo se encontraba bien y el silencio quedó roto por las vivas y ovaciones hacia su Excelencia, que a aquellas alturas de su vida parecía un cirio consumido, y que reaccionó con la frialdad del rubrica sentencias de muerte mientras toma un café.

Al día siguiente la prensa reproducía el parte médico oficial de José Félix Elosegui Odriozola. Cuadro de quemaduras de segundo grado, intoxicación etílica y enajenación mental.

Sin embargo, aquel hombre si a algo olía era a gasolina y presentaba la lucidez necesaria del que intenta esculpir a fuego su propia muerte en aquellas piedras que el dictador tenía por ojos como la muerte y las llamas de Gernika quedaron grabadas en su retina treinta y tres años, cuatro meses, veinte y tres días y cuatro horas antes de haberse precipitado desde lo alto del frontón Anoeta.

El día en que se conmemora el aniversario del bombardeo de Gernika un hecho negado por el régimen franquista nunca oigo, ni leo mención alguna hacia aquel gesto de Joseba.

 

 

Hace un par de meses tuve ocasión de releer su libro “Quiero morir por algo”. Al abrirlo, en la contraportada, amarilla por el paso de los años, pude leer escrita con bolígrafo azul y letra firme esta dedicatoria: A Luis, mi querido amigo. Con todo mi afecto, Joseba". Luis era mi aita. Ambos fueron amigos.

A medida que me adentraba en sus páginas volví a oír de nuevo su voz. Una voz que muchas veces escuché en los veranos en la playa de la Concha a la sombra de los parasoles. El de mi familia colindaba con el de la suya.


(…) Arañé con mis uñas hasta romperlas. Seguían cayendo bombas, pero yo no me enteraba; solamente sentía tras de mí la presencia de aquella mujer que me obligaba a no tomar reposo. Desgraciadamente todo fue inútil. Cuando llegué a tocar la ropa de aquella criatura que no tendría más de tres años, manché mis manos con su sangre aún caliente. Cogí aquel cuerpo destrozado y sin vida y lo levanté hacía su madre. La escena fue atroz y los ojos de aquella mujer los he visto durante años. Tomó a su hijo, lanzó un grito desgarrador y se perdió corriendo sin rumbo entre la polvareda.(…)

 Foto de Joseba Elosegui en el frontón Anoeta el 18 de septiembre de 1970. Fue elegido senador por Gipuzkoa en 1977 en la candidatura de EAJ-PNV. Escribió en la cárcel el libro “Quiero Morir por algo”. 

No he tenido en los últimos tiempos noticias de que ningún diputado o senador  haya intentado inmolarse por algo.

iñigo Oliberos