Por la tele, Jarcha,
con su ”libertad sin ira”, se repetía como el ajo y en las calles ,empapeladas de cárteles, los partidos políticos vomitaban pestes de Franco y prometían un mundo
feliz.
En aquel mes de junio, una
tarde, azul, de esas que te invitaban más a una pira para ir ligar a la puerta de la escuela de las
hermanas Jauregui en Ategorrieta , que hacer un examen de
lingüística, me encontraba sentado en un pupitre, frente a un hermano
corazonista de sotana vieja con faldones salpicados de tiza, maño,
pequeño y cabezón, por no decir otra cosa.
Una mujer rubia, de pelo
rizado, ya entrada en la cuarentena y en carnes,
abrió la puerta. Arrastrando las zapatillas, comenzó a barrer el aula y lo que empezó siendo una conversación sobre
el viento sur terminó en una discusión política
-Qué
cosas dice usted-dijo el fraile. ¿Qué nos va dar ese Carrillo?
- Que nos va hacer a todos libres e iguales. ¿ sabes quién es
Carrillo, chaval?
-
Sí , el de la peluca.
Seguí escribiendo, pero
sabía de sobra quién era Santiago Carrillo porque tenía un
transistor, que me regalaron por reyes, con el que, además de los partidos de
la Real y al Butanito , a las noches, en mi casa, se escuchaba
la Pirinaica, pero no era cosa de
decirlo.
Con el paso de los
años, desaparecido
Carrillo de la escena política, de vez en cuando lo seguía a
través de sus artículos de opinión y las tertulias radiofónicas. Sus opiniones,
a pesar de su edad, siempre me parecieron lúcidas y actuales.
Un viernes, llegué a
casa de madrugada y conecté Facebook. En sugerencias de amigos, no sé
ni cómo ni porqué, me salió “Santiago Carrillo”. Dudé unos segundos y le hice una solicitud de
amistad, acompañada de un mensaje de
saludo y, ante mi sorpresa, me encontré una aceptación, el punto
verde encendido y un mensaje , que me decía “Un fuerte abrazo.
Salud” Santiago Carillo Solares.
Muchos viernes, de madrugada, solía ver el punto verde. Sé que determinadas cuentas las
llevaban otra gente, pero prefería imaginarme a Santiago Carrillo bajo un flexo, con un pitillo en la mano, rodeado de libros, tecleando el PC junto a un cenicero
lleno de colillas.
En su muro, la gente
colgaba comentarios, pero, yo, sólo, colgué uno. Fue con ocasión de la declaración de Ayete. Se trataba de un
artículo mío sobre
el fin deETA . A los pocos días recibí un privado, que guardo y guardaré como oro en paño.
“Seguramente
estaríamos de acuerdo en que tras la declaración de eta dando por terminada la
violencia la cuestión esencial es restablecer la convivencia política en el
país vasco, aprender a convivir y llegar a la reconciliación y eso pide entre
otras cosas mucha generosidad” .Santiago Carrillo Solares
Iñigo Oliberos